domingo, 26 de mayo de 2024

CONDUCIR POR ESOS MUNDOS

 



Absorto en el paisaje, sea por donde sea el recorrido. El panorama siempre es atractivo… Y casi mejor que sea así.

Viajamos seis personas en el vehículo, el conductor, situado en la parte derecha, como en el Reino Unido, el “copiloto”, tres personas en el asiento corrido del centro y otro pasajero más en la parte de atrás, Sona, uno de nuestros guías, empeñado en ser él el que comparta el escaso espacio, revestido de una paciencia infinita, con bidones, mochilas y herramientas que saltan del lugar a cada bache o cada curva. En la baca, una surtida pila de bultos: nuestras mochilas y otros fardos que suben y bajan en tránsito temporal “ya que pasas por allí”.

El coche, un todo terreno fabricado en India es tan duro, robusto, resistente y rígido como incómodo. Todo lujo y bienestar para los viajeros ha sido descartado. Supongo, en mi profundo desconocimiento del mundo del motor, que las razones para semejante decisión están relacionadas tanto con la obligación de abaratar el precio, para hacerlo poderosamente atractivo en un país con sueldos muy bajos, como con la imperiosa necesidad de dotar al vehículo de los mejores elementos de suspensión y transmisión, porque, de no hacerlo así, pronto quedaría inservible en semejantes… carreteras, pistas, caminos, trochas… por las que le hacen circular.

Es difícil encontrar una postura en la que se pueda aguantar más de diez minutos seguidos. Las rodillas, encajadas contra el respaldo delantero, sufren unas ineludibles barras de hierro que se clavan independientemente de la postura en la que te coloques. Sospecho, incluso, que cambian de lugar para estar siempre ahí, incordiando. Otro tanto ocurre con el asiento y el respaldo. “Mullido” no es un término que se emplee en el diseño de fábrica. Perfectamente desechable. El cinturón de seguridad no funciona. Para mover la manivela de la ventanilla tienes que estar a la altura del bíceps de Superman o Thor … O la dejas como está. Temo que llueva y tengan que accionar el limpiaparabrisas.

Conducir aquí no es sencillo y … no es recomendable para que lo haga un viajero extranjero. Existe un código particular, como en muchos otros países, unas normas no escritas pero cuyo conocimiento es absolutamente imprescindible para circular por Nepal. Hay que ser muy osado o muy inconsciente para aventurarse a hacerlo. ¿Por qué?

Remolcando un vehículo averiado en plena ruta... de un solo carril
Remolcando un vehículo averiado 
 en plena ruta...de un solo carril                

Imaginad un circuito de carreras de coches. Quitadles todas las rectas. Todas. Dejad solo curvas. Una tras otra. Cerradas. Ciegas. Ahora reduce el ancho de la carretera a… seis metros, a veces algo más, muchas veces, menos. Puedes poner una profunda cuneta encementada del lado de la montaña, la mayor parte de las veces llena de vegetación y restos de todo tipo de cosas. Ojito no te arrimes mucho, no se cuele una rueda dentro, porque no la sacas. Perfora el firme con todo tipo de agujeros, de distinto tamaño y profundidad, sin límite. Algunos de varios metros de ancho y largo, sobre todo en las zonas de vaguada, donde torrentes de agua causan estragos en la época de lluvias. Añade piedras. Muchas piedras. Las laderas son muy empinadas y es frecuente la caída de rocas que se quedan en la carretera hasta que alguna cuadrilla de mantenimiento es capaz de retirarlas. No escatimes ni en una cosa ni en otra. Agujeros y piedras.

Una vez diseñado el circuito, vamos a dar la salida a los vehículos. Tres, dos uno, ¡semáforo verde! Pero no todos juntos, ¡claro! La mitad en un sentido. La otra mitad en el contrario.

Coches de todo tipo, edad y condición. Camiones, muchos de ellos con la capacidad de expulsar por el tubo de escape, sin aviso previo, una densa y duradera nube negra. Todos ellos pintados y adornados con todos los colores posibles. Tractores. Camionetas. Motos. Muchas motos con conductor y pasajero. Gozan de la libertad de hacer lo que quieran.  Si el piloto es un chico joven y a su espalda viaja una chica, prepárate para cualquier sorpresa. Lo más inesperado va a ocurrir. Ya sabes, !todo por impresionarla¡

Añade personas caminando por la calzada. No pocas. Algunas acompañadas de algún animal de carga, cierto es que… pocos. Igual que motocarros. Cada vez se ven menos. El progreso.

Ha pasado tiempo suficiente para que los vehículos se encuentren en el circuito. ¡Comienzan a llegar de frente!  Empieza lo bueno.

Los coches se conducen con una mano. En principio, la derecha. La izquierda es para la palanca de cambios, a veces, pero sobre todo es para tocar la bocina. No deben pasar más de… quince segundos entre bocinazo y bocinazo. Es imprescindible porque es el lenguaje  al volante. En cada curva se pita al entrar, se pita en el medio y se pita al salir. En cualquier momento sirve de advertencia: “a ver qué haces”, “te voy a adelantar”, “quítate del medio”, “o te apartas o te aparto”, de lo que puede haber tras la curva: “atento que voy”, “que voy por tu lado”, “que paso yo primero”, … y de saludo.. “es que es de mi aldea”, “es mi primo”, “un compañero”, “otro primo”… 

Si pasan esos quince segundos y no hay motivo para pitar, también se toca la bocina. ¿Por qué? No lo sé. Varias veces se lo pregunté al conductor para recibir una alegre y amplia sonrisa acompañada de un movimiento de ¡las dos manos! hacia arriba. Supongo que de tanto conducir, se te queda el hábito.

Volante y bocina. Dos manos. ¿Permanente ocupadas? No. Queda un tercer elemento: el móvil. Cada rato, cada poco rato, hay una llamada. Entrante o saliente. Si no le llaman, es que algo pasa. Se llama a ver. No hay manos libres. Dos manos y tres elementos. Volante, bocina y móvil. El primero… ¡ay! Mejor ni pensar en soltarlo. El segundo… en pocos kilómetros entiendes que es imprescindible. ¿El móvil? Vete a saber. El nepalí es ininteligible: no es posible acertar el asunto sobre el que gira esa conversación tan intensa, casi a gritos que parece ser tan importante como larga. La solución: se acabaron las señales acústicas. ¡Es el momento de echarlas de menos!

Por supuesto apenas hay indicaciones en la carretera. Algunas de limitación de velocidad. Otras avisando de algunas curvas (¿por qué unas sí y otras no, si todo son curvas?). No hay quitamiedos. Si tienes vértigo, no mires. No hay semáforos, ni rotondas. No hay líneas pintadas para indicar el centro de la calzada, los márgenes o si se puede o no adelantar. A estas alturas habrás podido imaginar que de poco sirven.

Con esto ya puedes hacerte una idea sobre en qué consiste conducir en Nepal. Y tal vez pensarías que el riesgo es inasumible. No. No lo es. Queda lo más importante. Reduce la velocidad a un máximo de… 30 km/hora. Incluso… 20 km/hora. Añade una tolerancia y una paciencia casi infinita en el comportamiento de los conductores. Si vale todo para todos, entonces nos perdonamos todo, todos. Al volante, se sonríe. 

Así que, aquí apenas hay accidentes.

Ahora sí.

Disfruta del placer de dejarte conducir…, quedan 10 horas de ruta.

 


3 comentarios:

  1. Viajar...
    con Ángel Iglesias Ranz. Gracias!

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  2. Antes de llegar a los 20km ya me había mareado 🥴🥴🥴....por las curvas y el miedo😁

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  3. Sinceramente, entran ganas de vivirlo!! (Quizá un poco masoquista :)

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